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¡Han dado los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,
la carne de tus santos a las bestias de la tierra!
Como agua derramaron su sangre en los alrededores de Jerusalén
y no hubo quien los enterrara.
Somos afrentados por nuestros vecinos,
escarnecidos y ofendidos por los que están en nuestros alrededores.

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